No hay duda que emprender es una labor muy compleja, sobre todo por el peso emocional de enfrentar todo lo que conlleva: la incertidumbre, los conflictos, el cliente-problema, el socio o empleado que no actúa como esperas, pagarse de último, etc. Por esa razón, se requiere implementar ciertas tácticas para soportar mejor el viaje. Acá te comparto algunas recomendaciones sobre cómo abordarlo:
Los problemas son importantes… y buenos
Es difícil de creer, pero el ser humano necesita problemas. Te recomiendo leer el libro ‘El sutil arte de que te importe un carajo’ de Mark Manson, donde se explica por qué la felicidad está relacionada con la superación de problemas.
No esperes a que la tranquilidad sea la ausencia de problemas.
¿Tienes acceso a alguien? Explícale el desafío y escúchalo
Puede no ser la persona más experta en lo que le estás explicando, pero el solo hecho de explicarle a alguien el desafío, hace que tengas que ordenar las ideas en tu cabeza.
Además, cuando te estresas demasiado, exageras los escenarios malos y eres pesimista.
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¿No quieres hablar? Pon las cifras en un Excel y escribe
El estrés proviene de sentir que perdiste totalmente el control. Eso lleva a temer, por la incertidumbre, un escenario terrible.
Escribir los desafíos y miedos o hacer cálculos realistas en un Excel te ayuda a entender la magnitud del problema. Esa simple certidumbre ya te calmará.
No se te va a ocurrir algo mejor. ¡Actúa!
Hay un chiste que dice “Doctor, ¿qué puedo tomar para la ansiedad?”. El doctor responde: “Decisiones”.
De nuevo, la incertidumbre es la que te “mata”. Ejecutar una acción compleja, aunque salga mal o imperfecta, te calma porque trae certidumbre, aunque la certidumbre sea que el escenario fue negativo.
Conversa con otros emprendedores
“Mal de muchos, consuelo de tontos”. Admito que debo ser de los más tontos, porque me siento mucho mejor cuando veo que a más gente le ha pasado.
Únete a círculos de emprendimiento y comparte tu estrés. Pronto te darás cuenta que todos pasan por lo mismo.
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El camino es el fin
Se trata de un consejo del budismo, pero es clave: tienes que luchar por los resultados, pero los resultados no son los que te definen. Es el camino.
Lo logres o no, el estrés de emprender ya genera “músculo” y capacidades que de igual forma te servirán mucho en el futuro. Incluso si fracasas.
No sobra decir que, a veces, el problema va más allá de darse ánimos. El burnout o estrés relacionado con el trabajo -en este caso con emprender- y la depresión son reales, y si crees que es el caso, debes buscar ayuda profesional.
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